Ieva

​

​

Los 6 meses que pasé en Casa Hogar Mi Pequeña Familia fueron, sin duda, algunos de los mejores momentos de mi vida. Vine con la idea de ayudar a otros y dedicar mi tiempo a los necesitados, pero al final fui quien aprendió y recibió tanto, encontré una nueva familia, amigos y un hogar al que siempre querré venir de regreso.

 

No estoy segura de lo que tenía en mente cuando me inscribí para ser voluntaria en Casa Hogar Mi Pequeña Familia. Antes de venir, estaba asustada y nerviosa, pero a la llegada todos eran realmente encantadores, comprensivos y sin dudarlo me aceptaron en su círculo familiar.

 

Durante mi estadía aquí, ayudé a los niños pequeños a prepararse para su día ayudándolos a bañarse, vestirse, prepararse para las comidas y hacer su tarea y, por supuesto, disfrutar de su tiempo libre con ellos haciendo actividades divertidas y jugando juegos. Tuve la oportunidad de ser parte y celebrar muchas fiestas de cumpleaños de los niños, celebraciones locales y nacionales, pasar Navidad y Año Nuevo, probar todo tipo de comida mexicana - no hay mejor manera de experimentar la cultura! La casa no es un lugar tranquilo, siempre escuchas a los niños hablar, jugar, verlos trabajar, una cosa muy importante es acostumbrarse al estilo de vida agitado. Hubo algunos momentos difíciles en los que tuve que aprender cosas nuevas, adaptarme a algunas normas y tal vez un estilo de vida al que no estaba acostumbrada, sin embargo, solo veo eso como algo positivo y una experiencia a través de la cual me convertí en una persona de mente más abierta. Creo que venir aquí me ha ayudado a crecer personalmente: me hice más madura, independiente, comencé a ver muchas cosas desde un punto de vista diferente. Ver a los niños venir aquí, crecer, convertirse en hombres fuertes e independientes me ha inspirado y llevado a comprender que nada es imposible y que cada situación tiene una solución.

​